16 de marzo de 2011

Nos Volveremos a Ver

Era un hermoso atardecer con sus nubes color lavanda y el sol que comenzaba a ocultarse en un resplandor color naranja; la poca brisa que se escurría por las ramas de los árboles me hacia cosquillas en mis humedecidas mejillas y adhería algunos de mis rojizos cabellos a mi rostro.
Ahí estaba yo; sentada en medio de la pequeña plaza apartada y oculta entre edificios y casas, tratando de huir de los desastres de mi hogar, si es que lo podía llamar así, pues ya no lo sentía como mío. Allá solo reinaba el caos. En este, lugar aquí en este banco, solo había paz.
Hacia unos meses ya que había descubierto este pequeño oasis en medio de la atareada ciudad, siempre vacío y desde entonces nunca mas lo pude dejar. Todas las tardes después del colegio volvía a mi pequeño refugio a calmar mi mente y escapar de mis penas, sentía como el suave balanceo de las copas de los árboles y el dulce pero muy sutil perfume de las flores silvestres me limpiaban desde lo mas profundo de mis raíces. Me sentía plena por unos momentos.
A veces me preguntaba que hacia ahí sola sentada viendo la nada y derramando un par de lágrimas, pero la verdad era, que yo era una chica demasiado tímida y no tenía amigos por montón como se supone para mi edad. La mayor parte del tiempo no me importaba, pero en ciertas ocasiones se volvía difícil.
La brisa se volvió un poco mas fuerte y revolvió mis cabellos alrededor de mi cara por lo que los tome con ambas manos y los aparte todos hacia un costado sobre mi hombro izquierdo, mientras el sol terminaba de ponerse sobre mi vestido arrugado.
Ya era hora de regresar al mundo real, y mientras me alistaba mentalmente para partir, una mano con un pañuelo del color del vino se extendió ante mí.
Alce mi rostro con recelo para ver de quien se trataba, era un joven de cabellos negros y brillantes que caían en flequillo hasta casi cubrir sus oscuros ojos. Estaba esbozando una media sonrisa a modo de consuelo y disculpas mientras seguía con el pañuelo frente a mí.
-Tómalo- me dijo con una vos suave como si se estuviera dirigiendo a un pequeño
-Gra...gracias- apenas pude articular mientras tomaba su pañuelo y me limpiaba un poco la cara talmente avergonzada de que aquel extraño me haya encontrado en ese estado
-Estas bien?- me pregunto algo preocupado por su expresión
-Si, lo estoy gracias
-No parece así, te lo podes quedar- dijo mientras rechazaba su pañuelo de vuelta- se que no es mucho pero te lo obsequio si cambias es cara-
-Disculpame, pero yo no te conozco… o sí?-empecé a tironear de mi cabello. Era un completo extraño para mi y comenzaba  a desconfiar, a la vez que se me aclaraba un poco la mente, embotada por la vergüenza y la sorpresa-
-Pues la verdad es que no nos conocemos, pero no es la primera vez que te vi, siempre venís por acá no es cierto?- pronuncio curioso mientras revolvía su pelo con la mano izquierda-
-No, y no deberia hablar con vos, no te conozco… así que… disculpa pero me voy
Me puse de pie con mucho cuidado evitando no tropezarme como siempre, acomode un poco mi vestido y partí hacia mi casa; o comencé a hacerlo mientras avanzaba lentamente por el parque. Pero sentí que alguien me tomaba del hombro derecho.
Cuando gire por reflejo, ahogue un grito al ver que tenía a aquel chico demasiado cerca de mi rostro invadiendo mi tan preciado espacio vital. Me asusto, me enfureció, y me avergonzó aun más! Mientras trataba de quitar las manos de mi boca y no gritarle.
-Me olvidaba, no me presente- dijo al sonreír un poco, o así me pareció- soy Santiago, espero verte de nuevo.
-N.. N… NO cuentes con ello –alcance a decir a la vez que me di la vuelta y apresure mi paso a casa. Y como era de esperarse en mí; en el apuro trastabille con mis propios pies casi terminando en el suelo.
Solo por estúpida curiosidad vi en dirección a Santiago para darme cuenta que en su cara parecía ocultar una risa, y en ese instante mientras me erguía del todo sentí como el rubor me invadía. Apure el paso, por suerte mi casa no estaba lejos de ahí.

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